Nadie puede negar la sensación maravillosa de sentirse conectado con algo o alguien.
Así, podemos disfrutar de emociones agradables cuando contamos con ese equipo de personas con el que creemos que podemos alcanzar una meta.
Igualmente, resulta extraordinario notar que el otro entiende fácilmente lo que hablamos; opera como una magia el sentirse identificado, a tal punto como si la otra persona pudiera leer tu mente, como si robaran las palabras de tu boca, se va gestando entonces, un diálogo elocuente y cálido, por cierto.
Definitivamente, es muy gratificante encontrarse e interactuar con quienes comparten tus valores o intereses.
Ahora bien, como esas sensaciones no se viven con tanta frecuencia; se hace necesario aprender a aceptar las diferencias de aquellos con quienes no compartimos gustos, creencias, costumbres y tradiciones.
Naturalmente, las acciones nos hablan y por eso notamos que como sociedad estamos en mora de ejercitar el respecto, la tolerancia y la solidaridad.
Así que, no es extraño observar frecuentemente conductas discriminatorias, las cuales aún son socialmente aceptadas y justificadas.
Ciertamente, desde niños nos enseñan sobre los valores y principios, pero las actuaciones diarias y cotidianas no acompañan estas enseñanzas; es decir, no hay coherencia, y terminamos adoptando un comportamiento que se forja a partir de la observación y del ejemplo.
Definitivamente, nos cuesta el otro, nos cuesta mucho vivir en la alteridad.
Pese a ello, aún existen personas que han desarrollado sus capacidades y potenciales para generar empatía con el otro; la autoridad y el respeto que imparten y se les reconoce, nos enseñan a diario la importancia de estos valores.
Ellos, y sus habilidades en el manejo de las relaciones, sus capacidades por sacar lo mejor del otro y su forma de enfrentar las situaciones, los perfila como los candidatos a dirigir y motivar a los demás.
Es una realidad, que cada vez todos los escenarios buscan esos líderes para los demás, actitud para emular.
Pero más allá de eso, lo más importante de adquirir, desarrollar y ejercitar esos valores y cualidades para comprender al otro, es poder llevar una vida tranquila y sana, y retarnos a tratar a los demás con el respeto y dignidad como queremos que nos traten a nosotros.
@sisi_bq
Artículo publicado en el Diario La Libertad el 2 de diciembre de 2019