miércoles, 25 de septiembre de 2019

UN GRANDES LIGAS PARA OTRO GRANDES LIGAS



Cuando de grandes ligas se habla, indiscutiblemente recordamos el nombre de Édgar Rentería.

Y es que ese nombre es doblemente grandes ligas por sus actuaciones como pelotero y porque el estadio, que lleva su nombre, observa el cumplimiento de las normas de las Grandes Ligas de Béisbol -MLB-, es decir, un estadio que está habilitado para jugar partidos de las ligas de mayor nivel del béisbol profesional.

Esta categoría quedó evidenciada en octubre de 2018, poco después de los Juegos Centroamericanos, cuando beisbolistas de talla internacional, jugaran el torneo entre los Tigres de Licey de República Dominicana y los Caimanes de Barranquilla.

Esto responde principalmente a la categoría 1ª del campo y los camerinos y es que allí en los camerinos se puede confirmar ampliamente esto.

Este escenario es una realidad, gracias a la apuesta del sector público, y desde lo privado a la disponibilidad de los recursos financieros, unida a las buenas relaciones con empresas extranjeras y al profesionalismo y experiencia reconocida en la construcción de estadios como los Yanquis (béisbol en NY), de los Nets (baloncesto en NY), el Red Bull (fútbol americano en NY), permitieron una alianza con empresas norteamericanas para respaldar un proyecto local que habla muy bien de la ciudad.

Luis Ovalle, uno de los constructores, confiesa que la alianza con los norteamericanos fue fundamental para certificar la grama; pues la asesoría de expertos como Murray Cock, permitieron definir y cumplir con los requerimientos de la nivelación del campo e instalación de la grama, hasta tal punto que el subcontratista adquirió la maquinaria especializada y requerida para sembrar la grama.

El campo, su diseño y construcción cumplen la teoría de Murray para el funcionamiento del filtro para el drenaje, con un tipo de suelo certificado en laboratorios estadounidenses, adecuado a las especificaciones del filtro.

El infiel o arenilla, el montículo del pitcher o lanzador del cuadrilátero y los del bullpen -usados para realizar su calentamiento-, son elaboración extranjera trabajados con mano de la obra local.

Hay que hacer notar la tecnología de punta: dotado con un sistema de intercomunicación con puntos de televisión milimétricamente ubicados que garantizan la revisión de las jugadas, y una iluminación, controlada remotamente, que supera el nivel exigido para la transmisión de televisión.

Cabe resaltar que la ingeniería y arquitectura local aportaron el diseño de la fachada, el color de la piedra, así como facilitar el desplazamiento alrededor del campo y observar las jugadas del partido desde cualquier punto interior del estadio.

También incorpora el concepto turístico internacional de visitas 24 horas por 7 días, con restaurantes y tiendas tanto dentro y fuera, que le dan vida al Estadio ubicado en el barrio Montecristo.

Así es propicio fortalecer el juego de la pelota caliente, las ligas, y sus semilleros desde temprana edad, con programas que fomenten intercolegiados, interuniversitarios y actividades empresariales en todo el departamento.

Concluyo, recordando que cuando asistimos al Edgar Rentería,  y nos sentamos, lo hacemos en unas sillas iguales a las de cualquier estadio de grandes ligas del mundo, pues el Édgar Rentería es un “grandes ligas”, ícono de la ciudad y por eso cuidarlo y observar los detalles construidos cuidadosamente.

@sisi_bq


Publicado en el Diario La Liberta el 26 de agosto de 2019 https://diariolalibertad.com/sitio/2019/08/26/un-grandes-ligas-para-otro-grandes-ligas/

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