A pesar que los sistemas económicos y políticos han permito avances en los estilos de vida de muchas personas del planeta, con beneficios tales como la disminución de la pobreza e incremento en los niveles de calidad de vida[1], otros aspectos resultantes de esta constante actividad humana como el cambio climático[2], han llevado a que la economía global se encuentre en una situación de paradoja.
Desde 1972 el Instituto Tecnológico de Massachusetts -MIT, con su investigación denominada los Límites del Crecimiento, advierte sobre los riesgos ambientales y sociales que un desarrollo económico desmedido puede generar al mundo entero.
Más adelante en 1987, en el informe “Nuestro Futuro Común” publicado por la Naciones Unidas, se propone una alternativa de desarrollo de un crecimiento que satisfaga las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro, el cual hoy es conocido como desarrollo sostenible.
Estos estudios permitieron a la comunidad internacional generar espacios como la Agenda 21 o la Cumbre de la Tierra en 1992, la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible en 2002, y actividades más recientes como el protocolo de Kioto y el Acuerdo de Cartagena, entre otros, han evidenciado que el futuro de los hombres sobre el planeta depende de los esfuerzos que gobiernos, empresas y la sociedad civil realicen para ser de esta una sociedad verdaderamente consiente y responsable.
El tema de la responsabilidad de las organizaciones y especialmente de las empresas no es reciente, sin embargo, desde la última década del siglo XX toma importancia debido al creciente compromiso en las propuestas de cambio en su gestión y con el desarrollo sostenible. Interés que se ha fortalecido por las iniciativas de aquellos que buscan comprometer a las organizaciones con cambios que puedan evidenciar sistemática y públicamente, para evitar la pérdida de la confianza y el respaldo de los actores con los que interactúa en sus actividades diarias.
De esta forma se hace inevitablemente la promoción de las responsabilidades en la actualidad, no solo para el desarrollo de las diferentes organizaciones que requieren de estos modos de actuar como condición para el desarrollo de sus negocios, sino para el logro conjunto de una sociedad más equitativa que pueda perdurar en el tiempo, es decir sostenible.
En Colombia, donde la mayoría de las empresas son pequeñas y medianas, donde abundan negocios en la informalidad y donde la violencia, el desplazamiento y la corrupción van en contra del bienestar de todos sus habitantes, contrasta con la otra Colombia donde aún existe una riqueza natural única en el mundo, donde abunda la creatividad y el deseo de salir adelante, existen grandes retos y oportunidades para el empresariado en torno la sostenibilidad y en el generador de riqueza que puede llegar a ser.
Agradezco a Álvaro Urquijo, Consultor en Sostenibilidad, por sus aportes al artículo.
@sisi_bq
[1] http://hdr.undp.org/sites/default/files/HDR2016_SP_Overview_Web.pdf
[2] http://www.cambioclimatico.gov.co/otras-iniciativas
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