El IMD World Competitive Yearbook es un informe
anual sobre la competitividad de diversos países del mundo realizado por la
escuela de negocios IMD de Lausana, Suiza, que permite medir cómo una economía
gestiona la totalidad de sus recursos y competencias, para elevar la
productividad y así incrementar el bienestar de su población.
En la versión 30, Colombia registró un
descenso frente al año 2017, pues pasó del puesto 54 al 58 en un total de 63
países, por su mal desempeño en la
categoría que mide el sistema tributario. Situación sustentada por el incremento de la burocracia para la creación de
empresa y la mala percepción en términos de gobernabilidad y el aumento en los
impuestos.
Realmente, esto no es
más que corrupción, negligencia y necedad; el Informe Nacional de
Competitividad 2017-2018 lo confirma cuando señala a la corrupción como el
principal obstáculo de las metas de competitividad de Colombia.
¿Qué más debemos
esperar para comprometernos y poder acabar con la corrupción? Es una necesidad
imperante. Es una voz que grita
desesperada: ¡“si queremos salir adelante frenemos de una vez por todas a la
corrupción”!
La competitividad básicamente es un concepto
relativo donde se compara el rendimiento con respecto a otro. En el Foro Económico
Mundial 2016 se definió como “el conjunto de instituciones, políticas y
factores que determinan el nivel de productividad de un país”.
Ahora bien, ahí
fallamos porque la relación de la consecución de efectos frente a los recursos
invertidos no es eficiente, tal como puede verificarse en el reciente resultado
del índice IMD.
Juan José Sarue, director de la Comisión Regional de
Competitividad del Atlántico, recuerda que la competitividad debe reflejarse en
el bienestar de los ciudadanos, porque cuando a un país le va bien, debe
contarse con las condiciones necesarias para que todos vivamos mejor.
Además, dice que, en Colombia entre otras razones,
no somos productivos porque necesitamos muchos procesos y personas para
realizar una actividad, abundando el reproceso.
El Estado ha sido un facilitador y el departamento
del Atlántico hoy cuenta con una gran conexión territorial y buena cobertura en
servicios; ha sembrado para impulsar la competitividad y necesita de la empresa
y academia para seguir creciendo.
Sarue menciona que la ubicación de Barranquilla, el tener
el puerto a una hora y media en el peor de los trancones, desde cualquier
empresa en su área metropolitana, el estar a menos de tres días en buque a USA,
todo eso es competitividad territorial y nos hace competitivos; pero sucede que
la competitividad se da en las empresas y no en el territorio, ya que sus
operaciones deben generar ventajas sostenibles para hacerla competitiva.
Nuestro departamento del Atlántico lo tiene todo: academia,
vías, puerto, posición geográfica, pero definitivamente falta mirar hacia
adentro para asimilar las ventajas del territorio.
Se necesita de buenos insumos, entre otras
variables, que permitan que los proyectos sean sostenibles asumiendo el rol de
la competitividad. Entendiendo que la competitividad se da en las personas, en
las instituciones, y reconociendo que en el talento humano idóneo, ético y
competente está la riqueza para poder decidir a favor y en beneficio de la
ciudad, la región y el país.
@sisi_bq
Publicado en
http://diariolalibertad.com/sitio/2018/07/23/competitividad-es-empresa-empresa-es-competitividad/
http://canaltropical.co/new/?p=87076
No hay comentarios:
Publicar un comentario