El éxito de los sistemas
educativos depende de varios factores: la capacitación docente, la docencia
como vocación, la tecnología en el aula, la contención emocional y las
inversiones del sector (El Clarín, 2016).
Singapur, ha desarrollado el
programa “Escuelas que piensan, Nación que aprende”, siendo la educación un pilar esencial en el
desarrollo del país en donde existe un compromiso fuerte y compartido entre el
Gobierno, sociedad y empresa. Este
programa busca que los alumnos piensen y desarrollen sus respuestas, que
descubran sus talentos y desarrollen sus habilidades en lo académico, artístico
o deportivo. La docencia es una
prestigiosa profesión, bien remunerada en la que se mide el rendimiento del
profesorado para ayudarlos en su crecimiento y desarrollo. (Aula Planeta,
2016).
Islandia y su educación
buscan otorgar igualdad de oportunidades a todos, sin importar su situación
socio-cultural; centrándose en valores, trabajan la puntualidad y tiempo en la
escuela, la libertad, tolerancia, confianza y franqueza con la familia. Y conjuntamente la familia y la escuela la
autonomía, paz y humildad. Con una fuerte orientación tecnológica, desde la
secundaria los alumnos ponen en práctica los contenidos educativos en la
realidad social y los jóvenes al ingresar a la universidad alternan estudios
con trabajos temporales para afrontar exitosamente su futura carrera
profesional. (Universia, 2017 y Hoyos, 2014).
Ahora bien, en Colombia la
educación es un derecho de la persona y un servicio público con una función
social que debe garantizar la formación integral del ser reflejada en una sociedad
justa, equitativa y solidaria (Artículo 67 Constitución Política de
Colombia). “El sistema educativo ha ido
avanzando desde la ampliación de la cobertura hacia el mejoramiento de la
calidad, a partir del desarrollo de competencias básicas y habilidades
específicas” (Navarro, 2017). Pero cómo se mide el sistema educativo en
Colombia?
Del Observatorio de
Educación de la Universidad del Norte, podemos precisar que, el Índice
Sintético de Calidad Educativa (ISCE) es utilizado como mecanismo de evaluación
del progreso y desempeño en las pruebas saber, la eficiencia con base en la
tasa de aprobación, y el ambiente escolar.
Esto ha generado una serie de reacciones pues aunque el ISCE aporta
información valiosa y fundamental para la evaluación del sistema educativo, es
información insuficiente para abordar la comprensión del proceso. Asimismo, se corre el riesgo de dar un valor
exagerado a la medición orientando la noble labor educativa hacia el
cumplimiento de metas académicas y de
“entrenar a los niños para obtener un buen puntaje” (Llinas,E 2017), “dejando
de lado el propósito de brindar una educación integral” (Valencia, 2017).
Sin embargo, más allá de los
indicadores, la lectura de muchos acontecimientos nos indica que hay que
realizar grandes esfuerzos para alcanzar la sociedad justa, equitativa y
solidaria. Fundamental entonces
propender por un sistema que enseñe al estudiante a pensar, a analizar, a
rechazar lo dañino y que ayude a identificar y desechar las conductas que
violen a los derechos de los demás.
Definitivamente es necesario
contar con cátedras de ética, con análisis de las situaciones como el carrusel de la contratación, Odebrecht,
Reficar, Yuliana, etc., para que sean rechazadas y no se conviertan en estereotipos
a seguir.
Todos estos casos deberían
ser suficientes para entender que la corrupción es contraria a la educación,
que es una práctica vil que obstaculiza la inversión social e incrementa la
pobreza y la ignorancia. Y precisamente
la pobreza e ignorancia son utilizadas por muchos para engañar y manipular a la
gente, vulnerando la posibilidad de llevar una vida digna.
Deseamos y necesitamos un
sistema educativo que impulse el desarrollo socio-económico a partir del
pensamiento crítico y decisivo que permita frenar la pobreza y la
corrupción. Con planes educativos
instituciones –PEI- y programas académicos técnicos, tecnológicos y
universitarios que eduquen en las potencialidades y la realidad económica local
y regional.
“El objetivo de la educación
debe ser alcanzar un resultado de aprendizaje” (Valencia, 2017) visible a la
comunidad a través del desarrollo, la cultura y el bienestar, que permita al
ser humano leer las realidades objetivamente para poder tomar las decisiones
más convenientes para su vida personal y respetar los derechos de la comunidad
y bienes de la colectividad.
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