lunes, 15 de mayo de 2017

¿Y LA EDUCACIÓN PARA QUÉ?


El éxito de los sistemas educativos depende de varios factores: la capacitación docente, la docencia como vocación, la tecnología en el aula, la contención emocional y las inversiones del sector (El Clarín, 2016).

Singapur, ha desarrollado el programa “Escuelas que piensan, Nación que aprende”,  siendo la educación un pilar esencial en el desarrollo del país en donde existe un compromiso fuerte y compartido entre el Gobierno, sociedad y empresa.  Este programa busca que los alumnos piensen y desarrollen sus respuestas, que descubran sus talentos y desarrollen sus habilidades en lo académico, artístico o deportivo.   La docencia es una prestigiosa profesión, bien remunerada en la que se mide el rendimiento del profesorado para ayudarlos en su crecimiento y desarrollo. (Aula Planeta, 2016).

Islandia y su educación buscan otorgar igualdad de oportunidades a todos, sin importar su situación socio-cultural; centrándose en valores, trabajan la puntualidad y tiempo en la escuela, la libertad, tolerancia, confianza y franqueza con la familia.  Y conjuntamente la familia y la escuela la autonomía, paz y humildad. Con una fuerte orientación tecnológica, desde la secundaria los alumnos ponen en práctica los contenidos educativos en la realidad social y los jóvenes al ingresar a la universidad alternan estudios con trabajos temporales para afrontar exitosamente su futura carrera profesional. (Universia, 2017 y Hoyos, 2014).


Ahora bien, en Colombia la educación es un derecho de la persona y un servicio público con una función social que debe garantizar la formación integral del ser reflejada en una sociedad justa, equitativa y solidaria (Artículo 67 Constitución Política de Colombia).  “El sistema educativo ha ido avanzando desde la ampliación de la cobertura hacia el mejoramiento de la calidad, a partir del desarrollo de competencias básicas y habilidades específicas” (Navarro, 2017). Pero cómo se mide el sistema educativo en Colombia?

Del Observatorio de Educación de la Universidad del Norte, podemos precisar que, el Índice Sintético de Calidad Educativa (ISCE) es utilizado como mecanismo de evaluación del progreso y desempeño en las pruebas saber, la eficiencia con base en la tasa de aprobación, y el ambiente escolar.  Esto ha generado una serie de reacciones pues aunque el ISCE aporta información valiosa y fundamental para la evaluación del sistema educativo, es información insuficiente para abordar la comprensión del proceso.  Asimismo, se corre el riesgo de dar un valor exagerado a la medición orientando la noble labor educativa hacia el cumplimiento de metas académicas  y de “entrenar a los niños para obtener un buen puntaje” (Llinas,E 2017), “dejando de lado el propósito de brindar una educación integral” (Valencia, 2017).  

Sin embargo, más allá de los indicadores, la lectura de muchos acontecimientos nos indica que hay que realizar grandes esfuerzos para alcanzar la sociedad justa, equitativa y solidaria.  Fundamental entonces propender por un sistema que enseñe al estudiante a pensar, a analizar, a rechazar lo dañino y que ayude a identificar y desechar las conductas que violen a los derechos de los demás.   

Definitivamente es necesario contar con cátedras de ética, con análisis de las situaciones como  el carrusel de la contratación, Odebrecht, Reficar, Yuliana, etc., para que sean rechazadas y no se conviertan en estereotipos a seguir.  

Todos estos casos deberían ser suficientes para entender que la corrupción es contraria a la educación, que es una práctica vil que obstaculiza la inversión social e incrementa la pobreza y la ignorancia.  Y precisamente la pobreza e ignorancia son utilizadas por muchos para engañar y manipular a la gente, vulnerando la posibilidad de llevar una vida digna.

Deseamos y necesitamos un sistema educativo que impulse el desarrollo socio-económico a partir del pensamiento crítico y decisivo que permita frenar la pobreza y la corrupción.   Con planes educativos instituciones –PEI- y programas académicos técnicos, tecnológicos y universitarios que eduquen en las potencialidades y la realidad económica local y regional. 


“El objetivo de la educación debe ser alcanzar un resultado de aprendizaje” (Valencia, 2017) visible a la comunidad a través del desarrollo, la cultura y el bienestar, que permita al ser humano leer las realidades objetivamente para poder tomar las decisiones más convenientes para su vida personal y respetar los derechos de la comunidad y bienes de la colectividad.

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