El año 2017 registró la
cifra más baja de asesinatos en Colombia en los últimos 42 años: 11.718
víctimas, es decir 32 personas diarias en promedio
Ahora bien, nombres como Jaime,
Luis, Carlos, Álvaro, Rodrigo, Yuliana, Gabriela o “Gaby”, Dayana, Rosa, José,
etc., nos gritan y recuerdan que los esfuerzos por la defensa de los derechos
fundamentales no logran impactar debidamente, ya que vivimos en una sociedad
que no respeta ni valora la vida.
En la actualidad, se nos
habla frecuentemente de los ambientes saludables que necesitamos para vivir
sanamente en comunidad.
Por eso, en primer lugar,
conviene asimilar el concepto de salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social; de
ahí que la salud mental es la condición de bienestar donde conscientes de
nuestras capacidades, podemos afrontar las tensiones normales de la vida,
trabajar productiva y fructíferamente y, sobre todo, siendo capaces de
establecer relaciones significativas que contribuyan con la comunidad.
Entonces debiéramos
sincerarnos y admitir nuestra enfermedad, nuestra incapacidad para aprender a dialogar,
a soltar odios, rencores y cualquier forma de violencia.
Sucede pues que
necesitamos sanar, atender a las víctimas y a sus familias, “prestando especial
atención a esos procesos sanadores para evitar que las víctimas pasen a ser
victimarios y para romper el ciclo de violencia entre los seres humanos”,
afirma el psicólogo Eduardo Calle Mosquera.
Cuando somos capaces de
entender que muchas de las situaciones sociales, especialmente la de los más vulnerables,
surgen de problemas o asuntos sin solucionar, comprendes la necesidad de
realizar esos procesos restauradores del ser; igualmente, reconocemos la importancia
de acabar con la corrupción para que haya más recursos y se distribuyan mejor,
asunto de poder utilizarlos eficazmente para alcanzar
una buena salud en Colombia, donde todas las vidas importen.
Debe quedar claro que necesitamos
un país sano; donde comprendiendo que la violencia y sus efectos nos afectan a
todos sin excepción, aprendamos a vivir en paz, a respetar las opiniones y derechos
de los demás.
Definitivamente, construir y reconstruirnos debería
ser un firme propósito para librarnos de la memoria colectiva de la violencia comprometiéndonos
firmemente con procesos sanadores que enseñen a decir no a la corrupción, a la
injusticia y a la impunidad, a respetar las diferencias, y a perdonar y superar
los agravios e injusticias cometidos a lo largo de la historia colombiana.
Twitter: @sisi_bq
Publicado en http://canaltropical.co/new/?p=77932
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