Cuando se trata de hacer, lo mejor es hacerlo
bien y dichosos son los que hacen el bien sin importar a quien.
Una prima, gran maestra en su oficio, me llevó
a recordar a las personas que en su labor diaria enseñan algo provechoso para la
vida, cuando con gran acierto expresó: “la materia depende del profesor”, en
memoria de su profesor y decano de Derecho de la Universidad del Atlántico,
Gonzalo González Gómez, Q.E.P.D.
Considero importante
resaltar la labor de quienes están comprometidos en hacer siempre lo correcto,
aun cuando nadie los vea y ni se enteren de lo que hacen, y especialmente a los
que
sirviendo con transparencia y eficacia generan beneficio social al Estado y a
la comunidad.
Con beneplácito, hoy me referiré al buen
servidor público; es decir a las personas que, comprometidas con su vocación de
servicio de atender a las necesidades de los ciudadanos, ponen a disposición de
la nación sus capacidades con el fin de mejorar las condiciones de vida de la
sociedad y anteponen los fines del Estado, a cualquier interés particular.
Ahora bien, esos servidores muchas veces son aislados
debido a que su conocimiento, trayectoria y compromiso por ejercer cabalmente
sus funciones, pueden generar celos, envidias y prevenciones y se convierten en
piedra de tropiezo de aquellos que son incapaces de practicar los principios
rectores del servicio: transparencia, eficiencia, equidad, austeridad e intolerancia
con la corrupción.
Miremos el caso de Martha Gómez, una
profesional del derecho, quien se ha desempeñado como contratista y funcionaria
en la Rama Judicial, Rama Ejecutiva y Organismos de Control. Esta funcionaria, a pesar de haber ocupado cargos
de libre nombramiento y remoción y por meritocracia en la carrera
administrativa, no conoce a nadie “importante" e “influyente” a quien deba
estos nombramientos.
Hay que admitir que, aunque existan situaciones
complejas con la institucionalidad, cuando en cumplimiento a objetivos electorales
son utilizados los programas y proyectos para beneficio personal, es el buen
servidor público con su carácter y vocación, el eje fundamental para avanzar y
construir ciudad, región y país.
A esos buenos servidores dedicamos estas
líneas porque con su actuar nos enseñan el valor del servicio público y cómo se
debe ganar el respeto y la autoridad.
Y como definitivamente “la materia depende del profesor” requerimos de servidores públicos en
cargos directivos que puedan sacar lo mejor del talento humano y que prestando un
buen servicio a la comunidad generen la confianza y credibilidad en aquellos
que quieren aportar experticia y ética a los procesos de construcción de país y
de ciudad.
Correo: sisi.barranquilla@gmail.com
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