miércoles, 9 de mayo de 2018

LA MATERIA DEPENDE DEL PROFESOR



Cuando se trata de hacer, lo mejor es hacerlo bien y dichosos son los que hacen el bien sin importar a quien.

Una prima, gran maestra en su oficio, me llevó a recordar a las personas que en su labor diaria enseñan algo provechoso para la vida, cuando con gran acierto expresó: “la materia depende del profesor”, en memoria de su profesor y decano de Derecho de la Universidad del Atlántico, Gonzalo González Gómez, Q.E.P.D.

Considero importante resaltar la labor de quienes están comprometidos en hacer siempre lo correcto, aun cuando nadie los vea y ni se enteren de lo que hacen, y especialmente a los que sirviendo con transparencia y eficacia generan beneficio social al Estado y a la comunidad.    

Con beneplácito, hoy me referiré al buen servidor público; es decir a las personas que, comprometidas con su vocación de servicio de atender a las necesidades de los ciudadanos, ponen a disposición de la nación sus capacidades con el fin de mejorar las condiciones de vida de la sociedad y anteponen los fines del Estado, a cualquier interés particular.

Ahora bien, esos servidores muchas veces son aislados debido a que su conocimiento, trayectoria y compromiso por ejercer cabalmente sus funciones, pueden generar celos, envidias y prevenciones y se convierten en piedra de tropiezo de aquellos que son incapaces de practicar los principios rectores del servicio: transparencia, eficiencia, equidad, austeridad e intolerancia con la corrupción.

Miremos el caso de Martha Gómez, una profesional del derecho, quien se ha desempeñado como contratista y funcionaria en la Rama Judicial, Rama Ejecutiva y Organismos de Control.  Esta funcionaria, a pesar de haber ocupado cargos de libre nombramiento y remoción y por meritocracia en la carrera administrativa, no conoce a nadie “importante" e “influyente” a quien deba estos nombramientos.

Hay que admitir que, aunque existan situaciones complejas con la institucionalidad, cuando en cumplimiento a objetivos electorales son utilizados los programas y proyectos para beneficio personal, es el buen servidor público con su carácter y vocación, el eje fundamental para avanzar y construir ciudad, región y país.

A esos buenos servidores dedicamos estas líneas porque con su actuar nos enseñan el valor del servicio público y cómo se debe ganar el respeto y la autoridad.

Y como definitivamente “la materia depende del profesor” requerimos de servidores públicos en cargos directivos que puedan sacar lo mejor del talento humano y que prestando un buen servicio a la comunidad generen la confianza y credibilidad en aquellos que quieren aportar experticia y ética a los procesos de construcción de país y de ciudad.  


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