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Sisi Barranquilla
Artículo publicado en el diario La Libertad el 20 de marzo de 2017
Artículo publicado en el diario La Libertad el 20 de marzo de 2017
He tenido la oportunidad de
laborar en instituciones de diversas actividades económicas, identificando que
las más sensibles a la población son las relacionadas con la Salud y la Educación, siendo la salud la de mayor relevancia ya que
de ella depende en gran proporción el desarrollo integral de la persona.
Celebro con agrado, que
desde el pasado 16 de febrero haya entrado en plena vigencia la Ley Estatutaria
de Salud 1751 de 2015, que elevó la salud a derecho fundamental y que busca que
la salud deje de ser un servicio público con muchas limitaciones.
Por ello, debemos avanzar
hacia la construcción de un sistema esencialmente preventivo en donde todos
conozcamos cómo se garantiza y supervisa la accesibilidad, oportunidad y
continuidad para que los usuarios recibamos el servicio eficazmente sin ninguna
discriminación. Es vital recibir por
tanto los servicios preventivos, a los cuales tenemos derecho, de manera
organizada de acuerdo con una programación debidamente notificada a los
beneficiarios en todas las etapas de la vida,
como los requeridos por toda la población; necesario que los servicios
puedan llegar a los infantes más vulnerables en donde se incluyan controles a
la nutrición y vacunación de los niños en su primera infancia, entre otros.
Como se trata de gozar del
derecho fundamental, las primeras acciones deben estar encaminadas a romper las
barreras de acceso al sistema; con una evaluación y vigilancia de los procesos
que nos permita gozar el preciado bien de la salud. En lo personal, he gozado en términos
generales de una buena atención en salud, pero si cuestiono el tan conocido “no
hay agenda disponible” y me cuesta entender el qué esta práctica no se ha
podido erradicar. De igual manera, debe
mejorarse la accesibilidad y la oportunidad en los servicios de especialistas
en los cuales encontramos más dificultades y que ante la imposibilidad de un
acceso oportuno, los usuarios prefieren ir a urgencias incrementándose así la
congestión, que expone a riesgos a pacientes que si requieren del servicio de
urgencias y elevando los costos del sistema.
Cuando indago por qué las
agendas no están abiertas me resulta increíble que no existan indicadores que
puedan medir adecuadamente el acceso al servicio; entonces sería bueno que los
entendidos analizaran ¿qué miden los indicadores de accesibilidad y
oportunidad?, y si ¿son estos adecuados?.
Como siempre los grandes
inconvenientes con el acceso a la salud lo padecen aquellos que tienen que
recurrir a tutelas que le garanticen estos servicios; especialmente los pacientes que requieren
tratamientos de alto costo, y las llamadas enfermedades huérfanas, donde las no
conformidades son frecuentes y conocidas por todos, inclusive por las
autoridades competentes.
Las cifras reportadas por la
Defensoría del Pueblo hablan por sí solas y confirman nuestra realidad, una
tutela por violaciones al derecho a la salud cada 3,5 minutos algo así como 411
por día durante el año 2015; evidenciándose un incremento en tutelas del año
2014 al 2015 así: 21.110 por tratamiento; 14.174 por medicamentos; 10.237 por
prótesis e insumos y 4.966 por citas médicas.
Estas cifras esperamos desaparezcan con las bondades de la Ley 1751,
porque las tutelas en salud no deben existir.
Muchas son las situaciones,
todas importantes, para analizar y corregir para dejar de justificar esta
problemática: EPS liquidadas, los flujos de dineros; oportunidad en los giros,
EPS que no les pagan a las IPS, el no pago a los profesionales y proveedores de
la salud, la corrupción, etc., etc.; pero acá lo más relevante y lo que está en
juego es la vida de seres humanos y como tal todos debemos respetar y una forma
es que cada actor asuma su rol eficazmente sin ningún tipo de interés
particular. No podemos seguir siendo
insensibles ante lo que le acontece a nuestros enfermos, observando que hay
intereses por encima de la vida. De ahí
que debe ser una prioridad decidirnos frenar la corrupción, la peor enfermedad
que padecemos, y educar en virtudes y principios.
Cuán importante que el
modelo de salud evolucionara al punto que el usuario tuviese la seguridad y
tranquilidad de saber que si enferma puede acceder al servicio, que pueda
escoger su médico tratante, en la debida oportunidad y en el lugar de su
preferencia, porque el sistema de la salud no debe tener barreras temporales ni
geográficas ya debe estar en total coherencia con su nueva esencia, “ser un derecho fundamental”.
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